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Entre los alpes japoneses y las costas del mar de Japón, dos fortalezas medievales guardan secretos que desafían el tiempo. Este es un viaje a sus muros negros, a sus fantasmas samurái y a las leyendas que aún susurran en sus pasadizos ocultos.

Matsumoto-jō: El Castillo del Cuervo (Karasu-jō)

El Último Bastión del Período Sengoku

Construido en 1504 por el clan Ogasawara, el castillo de Matsumoto es una rareza arquitectónica: una fortaleza de hirajiro (llanura) rodeada no por montañas, sino por pantanos. Sus seis pisos de madera ennegrecida —teñidos con carbón para resistir el fuego— le valieron el sobrenombre de «Cuervo Negro».

En 1615, cuando el shogunato Tokugawa decretó la Ley de un Castillo por Provincia, Matsumoto sobrevivió por su valor estratégico. Sus musha-gaeshi (muros curvos) inclinados a 45 grados desviaban flechas, mientras que el tsukimi-yagura (torre de observación lunar) servía de sala de té para señores de la guerra que planeaban traiciones.

La Maldición de la Torre Maldita

La leyenda más persistente habla del Tenshu (torreón principal):

  • En 1638, el daimyo Matsudaira Naomasa ordenó ejecutar a 38 campesinos que se rebelaron contra los impuestos. Sus cabezas fueron exhibidas en las almenas.

  • Desde entonces, los vigilantes nocturnos juran escuchar 38 pasos fantasmaless subiendo las escaleras de madera cuando la luna está llena.

  • En 1868, un samurái leal al shogunato se suicidó en la torre noreste. Los visitantes reportan ver su silueta con katana al amanecer.

El castillo guarda otro misterio: bajo sus cimientos hay un pozo secreto que, según crónicas del período Edo, «nunca se seca, incluso en sequías». Excavaciones recientes revelaron túneles que podrían llevar a un templo oculto.

Matsue-jō: El Castillo de la Garza Blanca (Shirasagi-jō)

El Fantasma del Señor Sin Cuerpo

Terminado en 1611 por el daimyo Horio Yoshiharu, Matsue-jō es uno de los doce castillos originales que sobreviven en Japón. Sus techos curvos imitan las alas de una garza en vuelo —un diseño pensado para parecer ligero pese a sus paredes de piedra de 6 metros de grosor—.

Pero su belleza esconde un drama histórico:

  • En 1637, el señor Matsudaira Naomasa (sí, el mismo de Matsumoto) murió en extrañas circunstancias. Su cuerpo nunca fue encontrado; solo su armadura vacía apareció en el altar del castillo.

  • Cada 10 de noviembre (fecha de su muerte), el foso Shiomi-nawate amanece con huellas de geta (sandalias) que salen del agua y entran al castillo. Los pescadores locales llaman a este fenómeno «El paseo del señor sin sombra».

El Secreto del Té y los Túneles de los Ninja

Matsue fue hogar de Lafcadio Hearn (Koizumi Yakumo), el escritor griego-irlandés que documentó sus leyendas. En sus notas se describe:

  • Una red de nobori-ishigaki (escaleras de piedra ocultas) usadas por ninja del clan Iga para espiar al daimyo.

  • La ceremonia del té en la sala Jōzan incluía tres tazas vacías para honrar a los antepasados. Los sirvientes juraban que a veces una se llenaba sola.

Hoy, los guías muestran un tetsubashira (pilar de hierro) en la entrada: golpearlo produce un sonido metálico que, según dicen, ahuyenta a los yūrei (fantasmas).

Dos Fortalezas, un Mismo Destino

Ambos castillos sobrevivieron a bombardeos, terremotos y la destrucción ordenada en la era Meiji. Matsumoto fue salvado en 1872 por un maestro de escuela local que lo compró por 230 yen (hoy €1.50). Matsue escapó a la demolición porque su torre principal fue usada como almacén de arroz.

Hoy, cuando la niebla baja sobre sus fosos al atardecer, los turistas capturan fotos donde a veces aparece una figura con armadura reflejada en el agua. Los historiadores lo atribuyen a juegos de luz. Los ancianos del lugar sonríen: «Los señores del castillo nunca se fueron. Solo esperan su momento».

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